Tuesday, August 15, 2006

Tu mente era una fragua, un vórtice incapaz de retener una idea, una imagen, un recuerdo, por un tiempo suficiente para entenderlos y gozarlos. No, todo lo que en ella despuntaba, desaparecía al instante, reemplazado por una nueva cascada de caras, pensamientos, figuras, que eran desplazados a su vez sin dar tiempo a tu conciencia de identificarlos. No tenías hambre, ni sed, ni ardor en las piernas, ni el tumulto en el pecho. Te embargaba la curiosa sensación de que tu cuerpo había desaparecido (...). Ahora, eras puro espíritu.
Un ser inmaterial.

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